
En el Año Jubilar. Al comienzo de la Cuaresma
Al inicio de la Cuaresma, volvemos a asombrarnos al contemplar el misterio de nuestra salvación.
Al inicio de la Cuaresma, volvemos a asombrarnos al contemplar el misterio de nuestra salvación.
Este tiempo de cuaresma es el tiempo por excelencia para trabajar en la conversión de nuestro corazón y tenemos una oportunidad de oro para lograr cambiar lo que nos pesa.
Este Año Jubilar ha de ser un nuevo inicio para todos, afirma el Papa Francisco, un tiempo donde todo es “replanteado dentro del sueño de Dios”.
La compasión es como un puente para establecer la unión con diferentes tradiciones religiosas.
Dios nos ha creado para amar y nuestro amor lo reflejará si respetamos a todos, independientemente de su raza, credo u otro aspecto.
Las palabras “Nada es imposible para Dios” nos pueden ayudar mucho en la vida. Si lo creemos, dejamos obrar a Dios en nosotros.
Es bueno que eduquemos a nuestros hijos a orar por cada uno de ellos y mucho mejor si lo hacemos en familia.
La Sagrada Escritura tiene una nota subyacente que la acompaña de principio a fin, y esta nota es el amor de Dios.
Libres para servir en el amor, la alegría y sencillez de corazón tal como nos enseñó Jesús con su propia vida.
Cuando oramos, no sabemos en qué momento o de qué manera obra Dios para hacer que esa persona se convierta y sienta su fe y obre en consecuencia.
La pobreza de espíritu ayudará para solucionar la pobreza material, pues quien tiene, utilizará aquello para beneficio de los otros.
Los santos nos enseñan con su vida a no perder la alegría y el buen humor a pesar de las circunstancias adversas.