(El Papa Francisco canonizará este 4 de septiembre a la Madre Teresa de Calcuta). El proceso para elevarla a los altares duró casi 20 años, y los milagros que se atribuyen a su intercesión son por demás impactantes.
El primero de ellos, aquel que permitió que fuera beatificada el 19 de octubre de 2003 ante miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro, ocurrió en 1998. El entonces Papa Juan Pablo II aprobó la curación inexplicable de Mónica Bersa, una mujer india de 34 años, que sufría un tumor en el abdomen.
Pero el milagro que finalmente llevó a la religiosa albanesa a ser considerada santa ocurrió en América, en Brasil, en la ciudad de Santos. Se trata de la curación, en 2008, de un ingeniero que actualmente tiene 43 años de edad.
De acuerdo con los reportes médicos, el hombre padecía “múltiples abscesos cerebrales con hidrocefalia obstructiva”, y necesitaba urgentemente “un trasplante de riñón y terapia inmunosupresora” para evitar la muerte. Semanas después de haber contraído matrimonio, el hombre cayó en estado de coma. En el hospital se le programó una cirugía para el 9 de diciembre de ese año, pero una falla en los equipos provocó que los médicos pospusieran media hora la intervención.
Cuando finalmente fueron por él a su habitación para realizar la operación programada, quedaron boquiabiertos al encontrar al enfermo despierto, sentado en su cama, sin ningún síntoma y perfectamente lúcido. “¿Qué estoy haciendo aquí?”, fue la pregunta que lanzó el ingeniero a los médicos, en medio de muchas personas del hospital que, atónitas, se concentraba a su alrededor.
Mientras esto ocurría, los familiares del enfermo se hallaban en la planta baja del hospital, pidiendo a la beata Madre Teresa su intercesión ante Dios por la vida de aquel hombre. Días antes, la joven esposa le había pedido fervientemente al capellán de las Misioneras de la Caridad en Santos que rezara por su marido: “Díganle a la Madre Teresa que se preocupe por él”.
El diario de la Diócesis de Santos entrevistó en su momento al Padre Eliram Ferreira, capellán de las religiosas de la Madre Teresa de Calcuta: “Yo acompañaba a la familia en esa época. Vi el dolor y el sufrimiento de todos ellos porque él estaba iniciando una vida nueva (estaba recién casado) y la dolencia retardaba muchos sueños. Yo le tenía mucha fe a la gran Madre Teresa y siempre rezo la Santa Misa en la Casa de las hermanas Misioneras de la Caridad en Santos. La manera como ella enfrentaba el dolor, el sufrimiento del mismo Cristo, me inspiraba a entender también el sufrimiento de aquella familia”.
El sacerdote le había dado además a la familia una oración para pedir la intercesión de la beata, a fin de que todos la rezaran intensamente. “La Madre Teresa se convirtió en el consuelo y aliento en aquella larga jornada. Así, cuando se verificó la completa recuperación de la salud del paciente que los médicos no podían explicar, entendí que allí estaba la mano de la Bienaventurada”, afirmó.
Reveló además que el médico que cuidó al hombre en Santos estuvo con el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en 2013, y ahí le contó el caso al Pontífice. Su Santidad expresó entonces el deseo de estudiar mejor el caso y por ello algunas personas de la Comisión Pontificia para la Causa de los Santos viajaron a Brasil.
Un grupo de médicos analizó el caso y determinó por unanimidad que la curación de aquel hombre no tenía explicación científica. El jefe del equipo médico declaró a los peritos eclesiales: “Nunca he visto un caso como éste. En mis 17 años atendiendo patologías como ésta todos los pacientes han fallecido. No puedo dar una explicación científico-médica de lo sucedido”.
Varias pruebas confirmaron el restablecimiento total de la patología cerebral permanente, en un corto tiempo y sin ninguna secuela. El joven regresó pronto a su trabajo y a sus actividades diarias.
El análisis oficial del milagro se inició en junio de 2015 en la Diócesis de Santos. Se espera que el ingeniero y su esposa estén presentes este domingo en Roma para participar en la ceremonia en que la Madre Teresa, quien fuera premio Nobel de la Paz, sea elevada a los altares por el Papa Francisco.
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